La Diócesis de Yopal tiene sus orígenes en la evangelización de los territorios del Casanare, una labor que comenzó con los primeros misioneros que llegaron a estas tierras hace siglos, trayendo consigo la fe católica a las comunidades indígenas y los colonos que poblaban la región.
A lo largo de nuestra historia, hemos sido testigos de importantes acontecimientos que han marcado el desarrollo de la Iglesia en esta región. Desde humildes capillas de palma hasta la elevación a Diócesis, nuestra historia refleja el crecimiento espiritual y el compromiso constante con el pueblo de Dios en Casanare.
Este recorrido histórico nos muestra el camino que hemos transitado juntos como comunidad de fe, siempre bajo la guía amorosa de Nuestra Señora de los Dolores de Manare, patrona de nuestra Diócesis, y el respaldo infatigable de todos los sacerdotes, religiosos y laicos que han servido con dedicación y entrega.
Conoce los momentos clave que han marcado la historia de nuestra Diócesis:
Quien más adelante jugaría un papel fundamental en la exploración y colonización de los Llanos Orientales.
Gonzalo Jiménez de Quesada, por orden de la Corona y mediante acuerdos con la Real Audiencia, recibe el encargo de tomar posesión de las tierras ubicadas desde el río Pauto hacia el norte, en nombre del Rey de España, y fundar cuantas poblaciones españolas fuese posible
Destacándose Támara y Morcote como centros iniciales de colonización y evangelización, dando paso a la presencia permanente de la cultura hispánica y cristiana en la región.
Inicio de la misión jesuita en Casanare, tras la visita del arzobispo Hernando Arias de Ugarte. Se da la entrada a través de Chita hacia Morcote, Pauto y Támara.
Fundación de la casa de los Jesuitas en Santa Fe, base para futuras misiones hacia los Llanos Orientales.
Inicio de la misión Jesuita en Casanare, tras la visita del arzobispo Hernando Arias de Ugarte. Se da la entrada a través de Chita hacia Morcote, Pauto y Támara.
Llegan los padres Alonso de Neira, Ignacio Cano y Juan Fernández Pedroche, quienes fundan nuevamente la doctrina del Pauto y Puerto Casanare.
Con centro en Guanapalo. Se fundan Trinidad y Cravo como frutos evangelizadores de esta etapa.
El gobernador de los Llanos informa sobre las consecuencias de la expulsión. En carta al regente fiscal, relata que los superiores de las misiones entregaron voluntariamente los libros de cuentas, pero los bienes y haciendas comunales de los indígenas fueron confiscados, dejando a los pueblos originarios en grave abandono.
El 2 de abril de 1767, el rey Carlos III firmó la Pragmática Sanción que ordenaba la expulsión de la Compañía de Jesús de todos los territorios bajo dominio español
Tras la expulsión, se procedió a la expropiación de todos los bienes pertenecientes a la Compañía de Jesús, incluyendo propiedades, rentas eclesiásticas y efectos personales.
En agosto de 1767, 14 jesuitas que estaban a cargo de las misiones en Casanare fueron reunidos en la hacienda Tocaría por el gobernador de los Llanos, don Francisco Domínguez Tejada, y posteriormente trasladados a Venezuela, donde fueron entregados a las autoridades de la Gobernación de Guyana.
El 16 de noviembre de 1779, el gobernador de los Llanos informó al regente fiscal sobre la entrega voluntaria de los libros de cuentas por parte de los superiores de las misiones.
Inicio de la actividad misionera en el territorio orinoquense que hoy comprende los departamentos de Arauca, Meta, Vichada y Casanare.
Con centro en Guanapalo. Se fundan Trinidad y Cravo como frutos evangelizadores de esta etapa.
El gobernador de los Llanos informa que las haciendas y valores, propiedad común de los indígenas, fueron confiscados tras la expulsión de los jesuitas, dejando a sus legítimos dueños en situación de desamparo.
Debido a las guerras civiles, la inestabilidad política y la persecución contra la Iglesia, los Padres Agustinos Recoletos se vieron obligados a abandonar las misiones en Casanare después de haber estado presentes desde el siglo XVII.
El general Tomás Cipriano de Mosquera decretó la desamortización de los bienes de las comunidades religiosas, y ordenó su extinción total, obligando a los misioneros a abandonar Casanare por falta de medios de subsistencia.
Con la erección de la Diócesis de Tunja, se nombraron vicarios especiales para Casanare. Se estableció un Colegio Seminario en Nunchía y se designaron curas párrocos para la región.
Con la restauración de la Provincia de la Candelaria, los Agustinos Recoletos regresaron a Casanare, enviando nuevos sacerdotes a poblaciones como Nunchía, Morcote, Paya, Támara, Maní y otras localidades.
El 17 de julio se firmó la bula papal que estableció el Vicariato Apostólico con capital en Támara. El Papa León XIII nombró al Padre Ezequiel Moreno primer Vicario Apostólico de Casanare.
Tres largos años de guerra y derramamiento de sangre en Casanare provocaron un retraso en el progreso social y en la obra espiritual que el Vicariato venía desarrollando.
Avelino Rosas, jefe revolucionario, inició una persecución contra los misioneros. Se apresó a religiosos de varias poblaciones y fueron expulsados hacia Venezuela en condiciones precarias.
Monseñor Nicolás Casas volvió al Vicariato tras la guerra. Su principal labor fue la restauración de la educación infantil y juvenil, reabriendo colegios y centros misioneros en varias poblaciones.
La región vivió intensas luchas fratricidas. En la segunda mitad de la década, se desató una violencia generalizada debido a la pugna entre conservadores y liberales, dando origen a las guerrillas liberales.
Destaca la participación del Reverendo Padre Daniel Salaz, O.A.R., quien junto con el comité pro intendencia presentó un informe a las cámaras legislativas, argumentando la independencia de Casanare de Boyacá.
El 28 de noviembre se aprueba la ley 19, mediante la cual se crea oficialmente la Intendencia del Casanare, que comenzó a funcionar jurídicamente el 15 de mayo de 1974.
Con la promulgación de la nueva Constitución Política de Colombia, Casanare es elevado finalmente a la categoría de Departamento, consolidando su autonomía administrativa.
El Vicariato trabajaba pastoralmente en 20 cabeceras municipales, con presencia de varias comunidades religiosas que contribuyeron al desarrollo espiritual de la región.
Hoy, la Diócesis de Yopal continúa su misión evangelizadora, adaptándose a los nuevos tiempos y desafíos, con el mismo espíritu misionero que la ha caracterizado desde sus orígenes.
La Diócesis de Yopal conserva un valioso patrimonio religioso y cultural que refleja su rica historia. Entre los principales lugares de valor histórico y espiritual destacan:
Centro espiritual de la Diócesis, construida a finales del siglo XX, representa la consolidación de la fe católica en la región. Su arquitectura moderna se ha convertido en un símbolo de identidad para la comunidad.
Ubicado en Manare, este santuario mariano es uno de los lugares de peregrinación más importantes de la región, con una historia que se remonta a más de tres siglos.
Iglesias centenarias en municipios como Nunchía, Támara y Hato Corozal, que conservan elementos arquitectónicos y artísticos de gran valor histórico y cultural.
Resguarda documentos de gran valor histórico que dan cuenta de la evolución de la Iglesia en el Casanare desde el período colonial hasta nuestros días.
La historia de la Diócesis de Yopal continúa escribiéndose cada día con el aporte de todos sus fieles. Somos herederos de un rico legado espiritual y estamos llamados a seguir construyendo esta historia de fe y compromiso con nuestra región.
Te invitamos a ser parte activa de esta historia viva, a compartir tus testimonios, a conocer más sobre nuestras raíces y a contribuir en la construcción de una Iglesia en salida, comprometida con el Reino de Dios y la transformación social de nuestro territorio.
Juntos, seguiremos escribiendo nuevos capítulos de esta maravillosa historia de amor, fe y servicio en el corazón del Casanare.
Si tienes fotografías, documentos o testimonios relacionados con la historia de nuestra Diócesis, te invitamos a compartirlos con nosotros. Juntos podemos preservar y enriquecer la memoria histórica de nuestra Iglesia particular.
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