Reseña histórica de la diócesis de Yopal

Han sido muchos años de historia civil y eclesiástica los que preceden la creación de nuestra joven Diócesis de Yopal. Si bien es cierto que hoy son gloriosos los tiempos, las estructuras, la educación, la economía y hasta la misma cultura de este hermoso departamento de Casanare, no quiere decir que siempre haya sido así: condiciones geográficas precarias, ausencia de carreteras, carencia de medios de comunicación, fiebre amarilla y malaria, escasez de recursos económicos entre otros, fueron parte de lo que tuvieron que afrontar primeramente los misioneros Jesuitas y posteriormente los Agustinos Recoletos quienes junto con las hermanas de la Presentación se enfocaron en sentar las bases de la misión evangelizadora de la Iglesia y de la educación de este territorio nacional.

Vamos a ubicarnos desde dos líneas de tiempo: la línea civil que abarca todo el devenir histórico desde la colonia hasta la superación de Casanare como intendencia de Boyacá; y la línea eclesiástica que abarca toda la labor de la Iglesia desde antes del Santo Ezequiel Moreno hasta el episcopado de Monseñor Olavio López Duque quien enfocó todo su esfuerzo porque el vicariato apostólico de Casanare llegara a ser hoy nuestra querida Diócesis de Yopal.

Lo civil

Por tradición, los primeros habitantes de estas tierras fueron los indígenas quienes poco a poco fueron perdiendo su hábitat debido a la expansión de los colonos. Ya desde 1531 data la Historia que Don Diego Orduz llego por el Orinoco con el sueño de buscar el dorado y que Alonso Herrera remonto parte del Meta con el mismo fin. Lo cierto es que si bien estos nunca tuvieron como objetivo la expropiación y desplazamiento de los indios, si sentaron bases para la subsiguiente exploración y colonización de los Llanos, que a su vez dieron origen a los primeros poblados.

Los primeros pueblos que se constituyeron fueron: San Juan de los Llanos o Asunción de Nuestra Señora, fun- dado por Juan de Avellaneda en 1555 en la región del Ariari; Santiago de las Atalayas, fundada por Pedro de Daza en la región del Cusiana en 1588; San Agustín de Cáceres, fundado por Fernán Barrientos en 1590; Chita y la Salina de Chita, fundados desde 1551; y las reducciones de Pauto y Tamara. Estas primeras construc- ciones tuvieron muchas dificultades: algunas como san Agustín de Cáceres desaparecieron y otras se quedaron estancadas en su desarrollo.

Por aquellas épocas todo el territorio estaba gobernado por un representante especial del rey quien regía desde las capitales que para entonces eran transitorias: Santiago de las Atalayas, Morcote y Pore fueron capitales sucesivamente. Desde estas, el gobernador general ad- ministraba la provincia de los llanos del Casanare de- pendiendo del Virrey de Santa fe, pero con autonomía plena sobre el territorio.

En Casanare, en la época de la independencia, se organiza el ejercito que da la victoria definitiva en las bata- llas de Boyacá y de Pantano de Vargas y cuando termina la campaña independentista quedan cuatro poblaciones de gran importancia: Pore, (que en aquel momento era la capital de la Provincia), Chire, Santiago de las Atala- yas e Iximena, también conocido como Barro Blanco. Además, estaban Los corregimientos de Tamara, Puerto Casanare o san Salvador, el Meta, Cuiloto y San Martín y por ultimo unas cincuenta y una (51) veredas o partidos, que sumaban entre todos unos veintitrés mil habitantes.

Fue tal la importancia de Casanare en la Independencia que se nombró como Provincia autónoma en el año 1821 y desde entonces fue pasando por diversas condiciones en diversas fechas: en 1831 se nombró como provincia independiente, en 1837 parte del Estado so- berano de Boyacá, en 1863 Territorio Nacional administrado por la Nación, en 1867 se eleva a la categoría de Departamento, pero en 1873 vuelve a ser Territorio Nacional por cesión legal temporal, en 1982 Intendencia Nacional, en 1905 se fusiona con la Intendencia de San Martin (Meta), en 1911 Comisaria Especial y posteriormente parte del Departamento de Tundama (Ministerio de Gobierno).

Todo cambia en la época de la Republica. Casanare entra en una etapa total de olvido por parte del gobierno hasta mediados del siglo XIX cuando por decreto especial se creó la Comisaria Especial de Casanare la cual no duro mucho debido los grandes trastornos políticos de la época que obligaron a las autoridades a suprimir la Comisaria y crear la Jefatura Civil y Militar dependien- te de Tunja y de Villavicencio y cuya sede estaba en Yopal, una Población urbana y Rural que para entonces (1953) ya tenía una población de 5000 habitantes. El territorio de la Jefatura de Casanare perteneció entonces al departamento de Boyacá y solo hasta el año 1971 cuando la constitución política de Colombia suprime los territorios nacionales (intendencias y comisarias) adquiere el título de Departamento.

Lo Eclesiástico

Desde los inicios de la conquista la Iglesia siempre ha estado presente en la vida de estas tierras: junto a los conquistadores y colonizadores siempre iban los curas doctrineros, pero solo hasta inicios del siglo XVI con la llegada de los padres Jesuitas se puede empezar a hablar de difusión del evangelio e influencia cristiana en la vida de estas gentes. La labor de los padres de la Compañía de Jesús fue muy Loable. Aprendieron el dialecto, interactuaron y formaron los indios en agricultura y ganadería generando así una organización económica que para entonces no existía, pero sin embargo esta labor no fue bien vista por algunos personajes insignes que consideraban perjudicaban sus propios intereses y fue así como lograron que en 1631 fueran expulsados los Jesuitas quedando a cargo de la misión los Dominicos y los padres Agustinos ermitaños hasta el año 1659, año en que regresaron los Jesuitas y se establecieron en Tame y el Noreste de Casanare permaneciendo allí 108 años hasta que nuevamente fueron expulsados por el rey Carlos III, acusados de no aceptar la autoridad del Rey.

Durante su última estadía, los Jesuitas organizaron 16 poblaciones o Reducciones en las que trabajaron con empeño y tenacidad con los guahibos, tunebos, ayricos y chiricoas donde promovieron la artesanía la educa ción y fundaron las célebres haciendas de los Llanos con el fin de subvenir los gastos del sostenimiento de los pueblos indígenas. Cabe resaltar que para entonces el gobierno no invertía en estas regiones aisladas de la capital lo cual hacia más difícil el trabajo misionero y a todo esto se le debe sumar el hecho de las dificultades en cuanto a la interacción con los indios que de por si eran un grupo humano bastante difícil.

Por su parte, los Padres Agustinos Recoletos se enfoca ron en la educación y la evangelización. Llegaron a Casanare en 1622 con el ánimo de apoyar la misión evangelizadora en el sureste de la Región y se establecieron en Santiago de las Atalayas, situado al margen izquierdo del rio cusiana y cuyas ruinas hoy en día se pueden observar no lejos de la población de Aguazul en lo que se conoce como la montaña de los Farallones. Los encargados de iniciar esta misión fueron el Padre Juan de san Buenaventura y el hermano Cristóbal Alarcón de san José que al parecer era nativo de la región. Ellos fundaron al margen izquierdo del cusiana la población de santa Bárbara, la población de Iximena (mas tarde llamada Barro Blanco y que según se dice en la tradición hoy sería Tauramena) y la población de san Pedro de Upía. Más adelante se unieron otros agustinos en la obra y ya para el siglo XVII la región era otra.

Aunque los Agustinos sufrieron grandes reveses al igual que sus predecesores Jesuitas, no menguaron sus esfuerzos y por el contrario continuaron el sistema heredado de los padres de la compañía de Jesús y que hoy nadie puede desconocer por su gran contribución: Fueron ellos quienes fundaron los pueblos que existieron y los que aún existen; levantaron templos, abrieron caminos, fundaron escuelas, establecieron hatos y fundaciones. Llegaron a un íntimo contacto con los aborígenes, aprendiendo sus dialectos y aportando gramática, vocabularios y compendios doctrinales en lenguas indígenas.

Con la época de la conquista, más específicamente en 1840, llego el momento más desastroso para las misiones, pues las propiedades y bienes de éstas pasaron a manos de la Republica causando esto el fracaso de las poblaciones al no tener de qué sostenerse, razón por la cual los sacerdotes no quisieron responsabilizarse más de la dirección de las poblaciones.

En 1881, se erige la Diócesis de Tunja, separándola de la Arquidiócesis de Bogotá y es este un momento de luz para la organización religiosa de Casanare apareciendo por primera vez en estas tierras un colegio seminario en la población de Nunchía; pero esta vez fueron las continuas guerras civiles y el anticlericalismo que en ellas se camuflaba, quienes obstruyeron la tarea evangelizadora de la Iglesia.

Ya para estas épocas se hablaba de la necesidad de una jurisdicción eclesiástica propia y precisamente por iniciativa del mismo gobierno se encomendó esta tarea a los Agustinos Recoletos en cabeza de Fray Ezequiel Moreno y Díaz, quien partió a su expedición el 15 de noviembre de 1890 y como consecuencia de esta, el 17 de julio de 1893, la Santa Sede mediante Breve Pontificio reconoció al Vicariato Apostólico de Casanare como primer jurisdicción eclesiástica misionera de Colombia y se confió el régimen del Vicariato al Padre Ezequiel Moreno Obispo titular de Pinara y primer Vicario Apostólico de Casanare, con sede en Támara.

Para ese entonces tenía Casanare una población aproximada de 18000 habitantes de los cuales 2000 eran indígenas. Diez fueron los sacerdotes encargados de dis- tribuirse el territorio, y sus auxiliares cuatro Hermanos religiosos, todos de la hermandad de san Agustín. Se instalaron en las poblaciones de Arauca, Orocué, Chámeza y Tamara (estos eran en aquel momento los principales asentamientos del llano).

Después de Fr. Ezequiel Moreno la dirección del Vicariato estuvo a cargo de Fr Nicolas Casas, Fr. Santos Ballesteros, Fr. Pablo Alegría, Fr. Nicasio Balisa, Fr. Arturo Salazar y Fr. Olavio López Duque quienes como Vicarios Apostólicos administraron con vigor y celo pastoral la evangelización del territorio casanareño dejando un legado bastante significativo que sentó las bases para la erección de la Diócesis de Yopal – Casanare a la cual fue asignado como primer Obispo: Monseñor Misael Vacca Ramírez quien estuvo en la Diócesis desde el 1 de septiembre de 2001 al 5 de junio de 2015 siendo el primer Obispo de origen Diocesano de nuestra Diócesis.

Fueron en total 106 años desde la erección del Vicariato Apostólico de Casanare por SS León XIII hasta la erección de la Diócesis de Yopal por parte de SS Juan Pablo II;106 años de historia y de experiencias significativas en los que nuestra Iglesia Casanareña lo dio todo (en algunos casos hasta la vida de sus sacerdotes), no solo por la Evangelización sino también por el desarrollo del hoy departamento de Casanare; 106 años de lucha incesante por la cultura, la educación y la dignidad de la persona. Esta es la herencia que recibimos hace 17 años nosotros ministros y laicos de nuestra joven Diócesis y es nuestro deber no perder el horizonte. La lucha sigue y la tarea cada vez es más exigente y ardua.